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martes, 26 de noviembre de 2013

Don't let him go.


Querida tú (o tal vez querida yo):

Solo llamaba para decirte que has cambiado, pero una vez más no has querido descolgar el teléfono. 
Por eso te escribo, porque sé que sigues siendo incapaz de dejar una sola linea de una carta sin leer (y que lees las mismas lineas una y mil veces si quien las envía te hace sonreír). 

Hace tiempo que te (o me) observo y he llegado a comprenderte, o al menos eso creo. Pero desde que te observo has cambiado cada día, sorprendiéndome con cada paso que dabas y que ni yo misma veía venir. Has dejado a un lado tus pequeñas reflexiones sobre la libertad y has salido a buscarla, a esa que según tú pertenece a "los que se arriesgan cada día y aprovechan las nuevas oportunidades que les da la vida". Esa que a veces se encuentra en un abrazo.
Te has comprado un nuevo abrigo, esta vez sin agujeros, y no piensas dejar que el frío de los domingos vuelva a colarse por tus huesos. Pero no has cumplido tu promesa , no siempre has cerrado la puerta al miedo, ese que pensabas que se había ido para no volver. Tranquila, no te culpo, sabíamos que esto pasaría. Lo que no sabíamos es que aparecería alguien capaz de hacerte perder el miedo con una simple sonrisa (y de calarte más hondo que el frío).

Has descubierto que la luna no solo es un pedazo de cielo, que podría contar historias que nadie ha llegado a escribir y que hay historias que no eres capaz de contar con palabras. Que sabes que algo es verdadero cuando decirlo en voz alta hace que se te acelere el corazón. Has comprendido que no sirve de nada ser una simple colilla para un fumador y has dejado que esa ultima calada se consumiera hasta desaparecer (y, créeme, estoy orgullosa de ti por ello). 
Has dejado de escribir en el papel para dar paso a la historia de tu vida. Has cambiado las noches sin dormir por días soñando y la brújula por pasos dados con los ojos cerrados. En cambio, sigues sin tener orientación, aunque te encuentres cada día en su mirada. 

Desde que te observo, me he dado cuenta de que has dejado de observar como se entrelazan las historias de los transeúntes para observar como se entrelazan las vuestras en medio de esa casualidad llamada "vida".

Llamaba también para explicarte que aunque diga que has cambiado, en realidad quiero decir que al fin vuelves a ser tú (más que nunca, de hecho). 

Y que no dejes escapar a la persona que ha logrado que lo seas. 


sábado, 16 de noviembre de 2013

it's worth it




De esas veces que recordar no basta, que el momento se te tatúa en la piel junto con cada escalofrío. Y se marca a fuego (sobre el corazón) como cada uno de los besos que nos hemos dado. Y los que no también. De esas veces que la ausencia de calor no implica frío sino distancia. Cuando las mañanas a tu lado son la excusa perfecta para perder el bus (pero no este tren, que ya se sabe que solo pasa una vez en la vida). De esas veces que recorremos las horas y el mundo entero en una simple sonrisa. Nos complementamos, nos completamos, nos invadimos y nos refugiamos en ella. Y descubrimos que tal vez hayamos recorrido muchos kilómetros en poco tiempo, pero que aun nos queda mucho viaje por delante (juntos).
De esas veces que el silencio habla por sí solo, que los latidos superan el tic-tac del reloj. Silencios seguidos de miradas que parecen gritar lo que sus dueños callan. De esas veces que el tiempo pasa demasiado rápido y te gustaría poder decirle “¡Espera! Déjame vivir ese instante de nuevo (o, al menos, crear miles instantes nuevos con él)”. "Al menos deja que se quede" (Que te quedes más bien, porque esta es de esas veces que sé que me lees y me quedo sin palabras). Porque a veces tampoco basta con sentir ciertas cosas una sola vez, necesitamos hacerlas eternas...

De esas veces que no controlo mis dedos y dejo que todo lo que siento salga de ellos sobre cualquier trozo de papel. O sobre tu cuello, en forma de tequieros disfrazados de caricia. 

De esas veces que escribir es en realidad escribir-te, dibujarte sobre el papel en cada palabra, recordar tu sonrisa en cada rima (y tus críticas objetivas en cada “de esas veces”). De esas veces que te dedico canciones que aun no han sonado en nuestras vidas, pero que sonarán. 
De esas veces que soy más yo que nunca, pero solo contigo.


De esas veces que querer vale la pena (pero sobre todo la alegría).


domingo, 10 de noviembre de 2013

to the moon and back


Untitled


Supongo que es buen momento para decir que he aprendido una lección (he aprendido más que una en realidad). He descubierto que a veces la mayor felicidad es hacer a otra persona feliz. Que basta una caricia (tuya) para que el mundo se pare por un instante. He comprendido que todo pasa por un motivo, que no puedes llegar a la meta sin superar cada bache. Que una misma frase no significa lo mismo dicha por otra persona. He aprendido que ciertas cosas dichas al oído suenan aun mejor. Y créeme, no existen palabras para expresar ciertos sentimientos. He aprendido a ver el mundo con otros ojos, y desde entonces la luna brilla más que nunca. He aprendido...no... Me has enseñado que ser feliz va más allá de sonreír, que es mucho más. Es sentir que el corazón te da un vuelco, que reclama libertad como yo. Y a eso también me has enseñado, a ser libre. Estaba muy equivocada si pensaba que ser libre era simplemente volar. Es mucho más. Es poder ser tú mismo con alguien sin miedo a nada. Y que la única jaula que te rodee sean sus brazos.

¿Sabes? A veces no hace falta volar para tocar el cielo: a veces basta con ponerse de puntillas.

"Mi teoría es que esos momentos impactantes, esos destellos que ponen patas arriba nuestras vidas, son los que acaban definiendo quienes somos."

(Gracias por ser mi trocito de LuNa )